Mujeres acusan programa de Sánchez Azuara por incitar al odio contra feministas

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Mujeres acusan programa de Sánchez Azuara por incitar al odio contra feministas

Mujeres acusan programa de Sánchez Azuara por incitar al odio contra feministasZMG /Viernes, 9 de abril del 2021


Fue durante el programa “Acércate a Rocío” del 7 de abril que la producción retomó la “historia” de una mujer identificada como Magdalena, quien sería madre de Adriana, joven de 23 años de edad a quien presentaron como “feminista radical”. Durante la transmisión, también participaron otras “familiares” de Adriana, una “abogada especialista” y un psicólogo clínico.

Colectivas feministas y mujeres expresaron su repudio e indignación contra la televisora Imagen TV, porque el 7 de abril de 2021 transmitieron el programa “Vivo con una feminista radical” conducido por Rocío Sánchez Azuara, donde ridiculizaron, criminalizaron e incitaron al odio contra las mujeres que se identifican como feministas radicales y la lucha feminista en México.

En el programa, la madre de la joven contó que su hija forma parte de una colectiva feminista que “vandaliza” durante marchas por lo que “no está de acuerdo”, al igual que las otras mujeres que presentan como sus familiares. A lo largo de la transmisión, todas las personas que participan muestran posturas en contra de Adriana y la lucha feminista que retoma la acción directa y la iconoclasia como forma de protesta.

Luego de la transmisión en el canal de Imagen TV, mujeres comenzaron a cuestionar y mostrar su indignación por el programa, pues resaltaron que como medio de comunicación, es una acción de violencia mediática contra las mujeres.

La colectiva feminista Mujeres de la Sal se unió a la protesta y explicaron que el programa ridiculiza a las feministas radicales, además de que incitan al odio en su contra, desinforman, satanizan y ridiculizan a las mujeres, lo que a u vez, atenta contra la vida y la dignidad de las feministas radicales que luchan contra la violencia feminicida en México.

En este sentido, exigieron a la televisora disculpas públicas por el programa, una sanción en su contra por violentar a las mujeres y que retiren de manera inmediata la transmisión de “Acércate a Rocío” del 7 de abril, porque aseguraron que lucran con situaciones como los feminicidios y las violencia contra las mujeres, a través del morbo para atraer espectadores.

“Por si no lo sabían, en México son asesinadas más de 12 mujeres al día, las violaciones y el acoso están a la orden del día y cientos de mujeres y niñas son desaparecidas al día. Las feministas no somos una burla, lidiamos a diario con mensajes de odio y luchamos dignamente contra un monstruo que se roba nuestras vidas. No solo se burlaron de nosotras, también se burlaron de miles de mujeres víctimas de este sistema”. Mujeres de la Sal


La violencia de género: la construcción de un marco feminista de interpretación:

El objetivo de este artículo es reconstruir un doble proceso, el de deslegitimación de la violencia contra las mujeres y el de elaboración de un nuevo marco de interpretación de la misma. Este proceso se ha realizado históricamente desde el feminismo.

En primer lugar partimos de las nuevas teorías sobre los movimientos sociales, teorías que investigan su dimensión como constructores de nuevos marcos de interpretación de la realidad. A continuación exponemos la visión patriarcal de la violencia contra las mujeres y ofrecemos una reconstrucción del nuevo marco feminista de interpretación de “la violencia de género”. Por último se exponen algunas de los estudios académicos que contribuyen a legitimar la visión feminista de la violencia contra las mujeres y se señala el proceso de difusión del nuevo marco en nuestro país.

El feminismo, como teoría y como movimiento social ha recorrido un largo camino repleto de dificultades hasta llegar a redefinir la violencia contra las mujeres como un problema social y político. Y es que la visión tradicional, es decir, patriarcal, de este tipo de violencia ha oscilado y oscila entre su consideración como algo normal y necesario en el sentido de natural, anclado en la naturaleza diferente de los sexos y en sus relaciones personales, a su consideración como problema patológico en los casos más graves. Como ejemplo baste recordar que en todos los códigos penales españoles hasta el de 1983 se consideraba un atenuante la relación conyugal en los malos tratos de los hombres a las mujeres. Por tanto, comprender la vigencia del fenómeno de la violencia contra las mujeres exige volver la mirada hacia nuestra historia para estudiar y tomarse en serio el hecho de que durante siglos nuestra cultura, tanto popular como académica, ha legitimado esta violencia. Y que una de las tareas decisivas del feminismo ha consistido en descubrir y desarticular las múltiples y a veces contrapuestas formas de legitimación ancladas en nuestra sociedad. Para recorrer algunos hitos de este camino y de la construcción alternativa de una interpretación feminista de la violencia y su redefinición como violencia de género, vamos a diferenciar dos tipos de prácticas o políticas del feminismo, las políticas reivindicativas y las políticas de redefinición o elaboración de marcos teóricos de reinterpretación de la realidad (de Miguel, 2002).

En las dos últimas décadas se han desarrollado nuevos y sugerentes enfoques teóricos sobre los movimientos sociales. A pesar de las diferencias entre los mismos sí existe cierto consenso a la hora de considerar que los movimientos presentan formas de acción y organización cuyo impacto sobre el cambio social no había sido ni comprendido ni valorado adecuadamente por los enfoques clásicos. Entre estos nuevos enfoques figuran los constructivistas y culturales. Estos enfoques han recuperado el concepto de marco, definido en su día por Goffman como el conjunto de las orientaciones mentales que permiten organizar la percepción y la interpretación (Goffman, 1974). En la actualidad, la importancia de los movimientos como creadores de nuevos marcos de interpretación o referencia -“marcos de injusticia”-, que pugnan con otros agentes sociales por hacer hegemónica su definición de la situación, no ha dejado de enriquecer el panorama teórico [1].

Para nuestro objetivo nos interesa resaltar que para estos enfoques las reivindicaciones objetivas y políticas de los movimientos no se consideran como “algo dado”, obvio y evidente en sí mismo. Al contrario, recordemos que incluso una reivindicación tan aparentemente “natural o evidente” como el derecho al voto femenino era rechazado como antinatural por la mayor parte de la sociedad, mujeres incluidas, y algunas de ellas notables luchadoras por otros derechos de las mujeres. Por tanto, se considera que el proceso por el que un colectivo social llega a definir como injusto y objeto de cambio social una situación generalmente legitimada por la tradición cultural, la costumbre -y como diría Burke la duración- es una de las contribuciones más importantes de los movimientos al cambio social. Los enfoques culturales, sin infravalorar la presencia combativa de los movimientos en la esfera pública, presentan una imagen de las redes de los movimientos y de su acción interna y externa cercana a los laboratorios de innovación cultural de los que hablara Melucci (Melucci, 1994). En estos laboratorios, los nudos de las redes feministas, fermenta lentamente la creación de nuevos marcos de referencia, de nuevos significados para interpretar los a menudo demasiado viejos hechos, como la violencia patriarcal. Tal y como ha escrito Gusfield la sola existencia de un movimiento es ya un principio para situar acontecimientos en un marco, presenta un aspecto de la vida social que ya está sometido a discusión pública, aunque anteriormente se hubiera aceptado como la norma: “donde la elección y la disputa estaban ausentes, están ahora presentes las alternativas (Gusfield, 1994). Esta visión que enfatiza la relevancia de la teoría o praxis cognitiva y el protagonismo de los movimientos en los cambios de mentalidad y culturales, nos parece especialmente explicativa para valorar los profundos cambios que el feminismo está introduciendo en la visión social de la violencia contra las mujeres.

Los movimientos sociales se definen entonces como una forma de acción colectiva “1) que apela a la solidaridad para promover o impedir cambios sociales; 2) cuya existencia es en sí misma una forma de percibir la realidad, ya que vuelve controvertido un aspecto de ésta que antes era aceptado como normativo; 3) que implica una ruptura de los límites del sistema de normas y relaciones sociales en el que se desarrolla su acción; 4) que tiene capacidad para producir nuevas normas y legitimaciones en la sociedad” (Laraña, 1999: 126).

De acuerdo con este planteamiento se defiende la tesis de que la redefinición de la realidad o praxis cognitiva, es decir, la subversión de los códigos culturales dominantes es, junto con las ya más conocidas y estudiadas políticas reivindicativas y de igualdad, una de sus prácticas fundamentales. Retomamos aquí una vez más las palabras de Celia Amorós sobre la teoría feminista como teoría crítica que irracionaliza la visión establecida de la realidad y que nos recuerdan la raíz etimológica de teoría, que en griego significa ver, para subrayar el que es el fin de toda teoría: posibilitar una nueva visión, una nueva interpretación de la realidad, su resignificación (Amorós, 2002). La teoría, pues, nos permite ver cosas que sin ella no vemos, el acceso al feminismo supone la adquisición de un nuevo marco de referencia, “unas gafas” que muestran a menudo una realidad ciertamente distinta de la que percibe la mayor parte de la gente. Efectivamente, una de las cuestiones centrales que ha tenido y tiene que afrontar el movimiento feminista es el hecho claro de que muchas mujeres no aceptan la visión feminista de la realidad. Tal y como lo enunciara Mary Wollstonecraft hace ya más de dos siglos, el hecho de que las mujeres parecieran dedicarse más a sacar brillo a sus cadenas que a tratar de sacudírselas.

La ideología patriarcal está tan firmemente interiorizada, sus modos de socialización son tan perfectos que la fuerte coacción estructural en que se desarrolla la vida de las mujeres, violencia incluida, presenta para buena parte de ellas la imagen misma del comportamiento libremente deseado y elegido. Estas razones explican la crucial importancia de la teoría dentro del movimiento feminista, o dicho de otra manera, la crucial importancia de que las mujeres lleguen a deslegitimar “dentro y fuera” de ellas mismas un sistema que se ha levantado sobre el axioma de su inferioridad y su subordinación a los varones. La teoría feminista tiene entre sus fines conceptualizar adecuadamente como conflictos y producto de unas relaciones de poder determinadas, hechos y relaciones que se consideran normales o naturales, en todo caso, inmutables. Aquellos de los que se suele afirmar que “siempre ha sido así y siempre lo será”, en expresiones tales como “la prostitución es el oficio más viejo del mundo" o "los hombres siempre serán más fuertes, más violentos y más promiscuos... son hombres y eso no hay quien lo cambie", en referencia, por ejemplo, a las causas de la violencia contra las mujeres.

El fin de este proceso tiene como resultado lo que se ha denominado la liberación cognitiva (MacAdam, 1982) la puesta en tela de juicio de principios valores y actitudes aprendidos e interiorizados desde la infancia, y, por supuesto, el paso a la acción, tanto individual como colectiva. La constitución de una identidad colectiva feminista, un Nosotras capaz de articularse en función de los intereses específicos de las mujeres como tales, capaz de abstraer las profundas diferencias que por fuerza ha de tener un sujeto colectivo que afecta a la mitad de la humanidad (Valcarcel, 1997). El feminismo, no hace falta decirlo, no habría dado un paso sin las luchas políticas, sin los cambios legales y las reformas estructurales del espacio público ligadas al estado de bienestar, pero su consolidación real procede igualmente de la compleja lucha por captar adecuadamente las muy diversas formas de legitimación de la desigualdad sexual y contrarrestarlas desde la creación de nuevos discursos feministas de legitimación social, tal y como ha sido el caso de la violencia contra las mujeres.

Con información de SDP Noticias.