Redacción
Es paradójico: las autoridades
piden cuidar a los ancianos en esta contingencia. No exponerlos a multitudes.
Pero con las compras de pánico, las filas en los supermercados se han, al
menos, duplicado. Los clientes llevan gel antibacterial, papel higiénico,
cubrebocas y despensa.
Los empacadores en algunos casos
llevan guantes y cubrebocas para protegerse. Pero pasarán horas tocando las
compras de otros, las bolsas, las moneditas y el cambio que ya ha pasado de
mano en mano. Entrarán en contacto con decenas de personas. Muy pocos de ellos
tienen la posibilidad de “parar”.
El 18 por ciento de los
“voluntarios” varones, y el 36 por ciento de las mujeres, no tienen ningún otro
ingreso además de las propinas en los supermercados. Podrán tener algún seguro
de gastos médicos –que requiere el Instituto Nacional de las Personas Adultas
Mayores (Inapam) como requisito para acceder al programa de empacadores
voluntarios–. Pero hay ancianos que no reciben pensión ni ayuda alguna. Esto,
según un estudio del propio Inapam.
Los que sí reciben algún otro
ingreso en promedio obtienen unos 2 mil 500 pesos mensuales: pensión del IMSS,
pensión de bienestar y ayuda de familiares.
Así, ¿cómo parar? El 90 por
ciento de los empacadores labora seis días a la semana durante cinco horas.
Ganan alrededor de 120 pesos cada día.
EL DINERO NO ALCANZA
La señora Hilda García tiene 78
años de edad. Es una de las ancianas que empaca y coloca en el carrito del
“Hiper Soriana” de avenida Revolución, en la Ciudad de México, cientos de
productos de consumo, latas, frascos, frutas, botellas de leche, refresco, pan,
ropa.
Una vez que acomodó los productos
en el carrito, la señora Hilda espera de manos del comprador unas monedas por
su servicio. A su lado, al menos otros ocho adultos mayores repiten la misma
rutina.
Las tiendas de autoservicio no
les pagan un salario a los empacadores, todo lo que ganan es producto de la
disposición que los consumidores tengan de darles propina. Entre 120 pesos y
200 pesos diarios, es lo que ganan en promedio. Todo depende del tamaño de la
tienda, del horario y las horas que trabajen.
“Trabajo cinco horas diarias,
seis días a la semana, soy viuda y aunque recibo una pensión de 2 mil pesos
mensuales, el dinero no me alcanza, así que tengo la necesidad de trabajar como
empacadora”, asegura Hilda.
Con información de Sin embargo.mx