El día de hoy, el columnista de El Economista Gerardo Soria publica en su columna un análisis sobre la #EstafaMaestra en el que concluye que ese esquema de desviación de recursos no se inauguró en el sexenio de Peña Nieto, con la “experta” Rosario Robles. Sino que el esquema fue implementado desde el sexenio de Felipe Calderón, donde panistas se dieron gusto desviando recursos.
Escribe Soria:
“La primera vez que tuve conocimiento de la Estafa Maestra fue varios años antes del famoso trabajo de investigación periodística que hoy tiene a Rosario Robles en la cárcel. Concretamente, fue a la mitad del sexenio de Felipe Calderón y entonces me di a la tarea de investigar. Después de varios meses de buscar información y consultar con fuentes de confianza, encontré que al igual que en otras dependencias del gobierno de Felipe Calderón, la Comisión Federal de Telecomunicaciones participaba también de este mecanismo de defraudación al erario público.
Honestamente, nunca he entendido por qué le llamaron Estafa Maestra al mecanismo de triangulación fraudulenta de recursos públicos a través de universidades estatales que después subcontrataban el 100% de los “servicios” a empresas fantasma ligadas a partidos políticos o funcionarios públicos.
Era tan burdo que, utilizando únicamente la legislación y regulación en materia de transparencia, pude desenredar la madeja y dar números, fechas y nombres de los involucrados.
Explicaré de manera sencilla la Estafa Maestra practicada como deporte nacional durante los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. De conformidad con la ley de adquisiciones federal, en principio, todas las contrataciones deben asignarse mediante licitación pública.
Para caso especiales o de emergencia, que no superen ciertos umbrales, la ley permite excepciones, como son la invitación restringida o la asignación directa. Así, si en México se cumpliera la ley, el Estado adquiriría bienes y servicios de manera eficiente e impulsaría la economía.
Pero eso no pasa. Había que encontrar alguna manera de transferirle el dinero al compadre. Y la encontraron. El artículo 1º de la propia ley de adquisiciones tiene una excepción adicional: no se requiere licitar cuando se contrate a otras entidades públicas. ¡Idea millonaria! ¿Qué tal si contratamos a universidades públicas de los estados? Así nos blindamos con una doble autonomía frente a la Federación, la propia de los estados y la que corresponde a las universidades autónomas de cada uno de ellos.
Después, a cambio de una comisión para el rector, la universidad autónoma subcontrata al compadre para que preste “servicios” ambiguos y sin entregables. Así, el dinero termina en las cuentas de la empresa del compadre, que, para mayor seguridad de todos, es propiedad de su jardinero y de la mamá de su chofer. ¡Estafa Maestra, señores! Que como ya comprobó Rosario, no es tan maestra”.
La investigación de Pájaro Político se enfocó al caso de Rosario Robles, pero para los que gustan de la investigación periodística sobre la corrupción, bien podrían darse un clavado en documentación del sexenio de Calderón para encontrar más de una estafa maestra.