La marcha feminista de esta tarde en la Ciudad de México mostró dos aspectos de una misma realidad; por una parte, una mujer de izquierda que desde el gobierno garantiza el libre tránsito de las personas y evita la violencia y la represión contra manifestantes y por otra, colectivos de mujeres que, en un intento legítimo por hacer visible la violencia que sufren miles o millones en nuestro país, comenten destrozos contra mobiliario urbano y edificios públicos y privados.
El problema de la violencia contra las mujeres en México es tan grave y tan complejo que reducirlo a una simple marcha es injusto y aún más riesgoso.
La discusión no debe sujetarse a una manifestación, a un solo día; el problema es profundo y está anclado a una infinidad de dispositivos y factores que se deben resolver con cambios y reformas sustanciales en el sistema educativo, de seguridad, social, de salud y cultural.
#EnResumen una verdadera batalla campal tuvo lugar en el palacio de bellas artes en dónde los policías contuvieron a las mujeres que lograron derribar una parte de la protección del edificio y que querían entrar para dañarlo pic.twitter.com/n154rMzuu7
— OMAC CDMX (@omacmx) November 26, 2019
Parece ser que así lo ha entendido la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, que en un acto de congruencia, no solo evita movilizar a la policía o reprimir las manifestaciones sino que ha declarado, en días pasados, una alerta de género en la capital, para hacer visibles todos los problemas y peligros que persiguen a las mujeres de este país.
Bien por la jefa de gobierno de la Ciudad de México, mal por aquellos que exigen represión contra las y los manifestantes, mal por aquellos que quieren acallar la voz de las mujeres reduciendo todo a una pinta, un vidrio roto o una mentada de madre.
Mujeres policías resguardan la Glorieta de Colón en la #MarchaFeminista pic.twitter.com/uokTLmcqde
— Perspectivas (@p_periodisticas) November 26, 2019