Redacción
El atentado contra Omar García Harfuch, secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, abrió preguntas sobre los antecedentes sobre la presencia del crimen organizado en la capital.
Durante la gestión de Miguel Ángel Mancera como jefe de Gobierno, los índices de inseguridad llegaron a sus niveles más altos, especialmente en cuanto a homicidios, según alertó en marzo de 2017 el Observatorio Nacional Ciudadano.
Además, fue en esta administración cuando se exhibieron, por primera vez en la Ciudad de México, los terrores de diversos grupos delictivos que supuestamente solo operaban en las zonas de tránsito de droga y estados fronterizos.
Pese a que Mancera negó de manera constante la presencia de cárteles en la capital, ya desde julio de 2015 la DEA había presentado un reporte en el que señalaba que por lo menos cinco de ellos operaban en la ciudad: Los Caballeros Templarios, el Cártel de Sinaloa, Los Zetas, los Beltrán Leyva y el Cártel del Golfo.
Mientras el funcionario insistía en que solo había narcomenudeo, el 19 de octubre de 2015, en un hecho sin precedentes para la metrópoli, apareció el cadáver de un hombre colgado en Iztapalapa, mostrando marcas de tortura y dos disparos en la cabeza.
Después, el 18 de febrero de 2017, la Marina detuvo a una pieza clave del Cártel de los Beltrán Leyva, Edén Parra López, alias “El Alacrán”, en un domicilio de la calle Nicolás San Juan, en la colonia Del Valle de la otrora delegación Benito Juárez.
Tres días más tarde, la Procuraduría General de la República (PGR) aprehendió a Héctor Arenas Saucedo, “El Gordo”, del Cártel de Juárez, en la colonia San Rafael, delegación Cuauhtémoc. Éste era uno de los más buscados por la DEA, pues tenía una importante participación en la distribución de cocaína hacia EE.UU.
A principios de mayo del mismo año, en un departamento del edificio Hares, en la colonia Nueva Anzures, delegación Miguel Hidalgo, Dámaso López Nuñez, a.k.a. “El Licenciado”, presunto sucesor de Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue arrestado por elementos del Ejército Mexicano y la PGR.
La semana siguiente, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la PGR llevaron a cabo operativos en las colonias Tlaltenco y Jardines del Sur, de las delegaciones Tláhuac y Xochimilco, respectivamente, donde aprehendieron a Benigno Gastélum Sandoval, alias “El Beni”, junto a cinco personas que trabajaban para el Cártel de Sinaloa, bajo las órdenes de Dámaso López Serrano, apodado el “El Mini Lic”, por ser hijo de “El Licenciado”.
Asimismo, el 21 de julio de 2017, la Ciudad de México vivió por primera vez otro acontecimiento inédito, con el enfrentamiento entre marinos y miembros del Cártel de Tláhuac a plena luz del día; esto, en las calles de la colonia La Conchita, Zapotitlán, en la delegación Tláhuac.
Como resultado del violento ataque, resultó abatido Felipe de Jesús Pérez Luna, “El Ojos”, presunto líder de dicho grupo, el cual realiza extorsiones, secuestros y asesinatos en la zona suroriente de la capital: Tláhuac, Milpa Alta, Xochimilco e Iztapalapa.
“Era una organización delictiva amplia, violenta (…) desde mi punto de vista, no con todas las estructuras y el tamaño que tienen los que se denominan como ‘cárteles’”, alegaría Mancera en rueda de prensa.
Por su parte, una investigación de Jorge Carrasco Araizaga, publicada en Proceso, indicaba desde 2017 que el ahora coordinador de la bancada perredista en el Senado fue más que un testigo directo de la expansión del narcotráfico en el ex Distrito Federal.
A decir del periodista, cuando Mancera se desempeñó como titular de la Procuraduría de Justicia local, “ya sabía cuál era la dinámica de la delincuencia organizada y cómo estaba convirtiendo a la capital del país en uno de sus principales centros de distribución y consumo”.
“Si alguien sabe quiénes, cómo y dónde operan los cárteles en la capital del país es Miguel Ángel Mancera”, aseveró Carrasco Araizaga.
De igual forma, detalló en ese año que “los ejecutados, las extorsiones a través del llamado derecho de piso, y ahora el operativo mortal de la Marina y el llamado narcobloqueo en Tláhuac, demuestran que la Ciudad de México dejó de ser el lugar de ocultamiento de los jefes del narcotráfico y centro de transacciones y operaciones de lavado para convertirse en un territorio más en la disputa nacional por el control de rutas y drogas”.
En este sentido, queda claro que la llegada, enquistamiento y auge del narcotráfico y sus actividades violentas en la Ciudad de México tuvieron lugar principalmente durante la administración de Mancera, por lo que ha implicado un enorme desafío para el actual gobierno capitalino desmantelar estas estructuras criminales, y por lo que representa este nuevo atentado, al parecer se ha conseguido afectar ciertos intereses y disgustar a los grupos criminales.
“Queda claro que el trabajo de la SSC está tocando fuertes intereses de la delincuencia. No hay marcha atrás. Los habitantes de la Ciudad de México y su gobierno tienen todo el respaldo, apoyo y colaboración del Gabinete de Seguridad y de las fuerzas federales en su conjunto”, declaró al respecto Alfonso Durazo, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del Gobierno Federal.
Con información de Revolución 3.0