Redacción

En uno de los spots de campaña del segundo informe de actividades de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, se hace referencia a una serie de cifras que van desde la agenda educativa y el agua hasta la movilidad y el transporte colectivo, números que hacen evidente la visión de gobierno de la mandataria. 

Pero más allá de las cifras, que no dejan de ser relevantes, el mensaje que está en el fondo de su discurso y de sus acciones resulta aún más importante. Sheinbaum cierra el spot con la frase “porque sin corrupción alcanza para más”, en clara alusión a uno de los temas centrales del actual gobierno federal y a la pasada administración, la de Miguel Ángel Mancera, una de las más cuestionadas en la historia de la ciudad. 

En la Ciudad de México, parece hacerse evidente que el buen funcionamiento de un gobierno depende en buena medida de las decisiones que se tomen y de la claridad que se tenga para avizorar el futuro, pero también de una conducta ética y de una posición respecto a la corrupción y el mal uso de los recursos públicos. 

El de Sheinbaum ha sido un gobierno efectivo, que se ha ido fortaleciendo en la medida que los tangibles, los hechos reales y las políticas que impactan directamente a la gente se hacen presentes en su vida cotidiana. Los gobiernos deben de verse y de sentirse en la proximidad de la vida de las personas y esa parece que ha sido la fórmula que ha llevado a la jefa de gobierno a mantener y aumentar su apoyo social y su legitimidad. 

En una de las piezas de comunicación la jefa de gobierno afirma que en 22 meses de gestión se ha becado a 1 millon 200 mil niñas y niños, se han construido dos universidades públicas gratuitas, dos líneas de Cablebús, línea 5 del Metrobús, 200 trolebuses y 300 autobuses nuevos, 260 pilares, 14 mil puntos de acceso a internet gratis en la ciudad, 12 parques nuevos, 10 millones de arboles sembrados y una inversión histórica en agua y drenaje. 

Números que representan acciones y un sentido de gobierno que ha trabajado a marchas forzadas, en plena pandemia, para desmontar la maquinaria de corrupción sobre la que descansaba el andamiaje institucional del gobierno capitalino.