Por Alfredo Rico Chávez
Son tiempos difíciles. Y no porque sean días de guardar por la contingencia ni por lo que nos espera. Ni siquiera por tener que explicarle a los hijos que esta coyuntura nos habrá de marcar para siempre. Tampoco por el presidente y su arrogancia.
Aunque la pandemia sí es un fenómeno que marcará un antes y un después en la dinámica mundial, en la vida cotidiana de cada uno de nosotros, me resulta complicado quedarme sólo en el efecto de este hacinamiento ¿Todo se reduce a eso? ¿Seremos tan básicos como para dejarnos llevar por la idea sobre el efecto que un virus habrá de producir? Hasta hoy, parece que sí. Aunque el mundo siga girando y los otros grandes temas sigan sin resolverse, los mismos que tarde o temprano, volverán a ocuparnos.
Lo que está cambiando la dinámica no es el virus, es la crisisde un moribundo sistema económico, político y social que pretende esconderse detrás de una pandemia.
Pero la miopía de nuestra clase política no les permite salir de la lógica electoral; y esto incluye a muchos de los impulsores de la 4-T. Aunque lo que es cierto, es que López Obrador ha llevado el debate a otro terreno, a un lugar donde todos –incluidos sus seguidores- se sienten incómodos, porque ha comenzado por no respetar las viejas reglas de la política (las componendas, la simulación, las prebendas, las dadivas, los periodicazos) a las que nos habíamos acostumbrado.
El Covid-19 algo ha cambiado y ha dejado en evidencia lo vulnerable que somos, y para los advenedizos, parásitos, carroñeros y estériles, que no saben vivir fuera del presupuesto, es la oportunidad de sacar ventaja a esta situación que ha venido a alterar la vida de todos. Otro efecto no muy grato, es que en México se ha disuelto la presión en temas de importancia medular: los feminicidios, la pobreza, la delincuencia que no da tregua, la corrupción heredada, el calentamiento global. Pero como los medios nohan dejado de ser sensacionalistas y nosotros no dejamos de creer todo lo que nos venden, replicamos sus notasciegamente. El virus lo nubla todo.
Lo complicado, es el naufragio en el que por momentos navega la transformación que necesita nuestro país. Son días amargos porque el proceso de transformación aún enfrentan serias dificultades y los privilegiados de siempre están aprovechando al máximo esta coyuntura para detenerla a como dé lugar.
En las últimas noches, he platicado con amigos, con colegas, con viejos compañeros de lucha (aunque ahora esa palabra ha pasó de moda) sobre esta contingencia y la postura que ha asumido nuestro presidente; pero también la de todos los que se han opuesto a su gobierno. Y la primera conclusión es clara: Seguimos en campaña. Y si el presidente no ha estado a la altura para enfrentar la pandemia ni ha dejado su tono de confrontación pensando en 2021, la oposición ha quedado todavía más lejos, más pequeña.
Un amigo decía “Lo peor de la 4-T ha sido su oposición ” y tiene razón; aunque cada coyuntura, los que han estado juntos desde antes de 1988 para saquear al país, son cada vez más efectivos en sus objetivos (defender sus privilegios ydestruir a quienes los amenazan); y mi amigo decía también que “AMLO se ha encargado de arruinarse a sí mismo”, al menos mediáticamente. También tiene razón, aunque son las formas del presidente, más que el fondo -como decía otro camarada-, lo que lo desgasta.
El juego de todos es el mismo: se llama 2021 y nadie ve más allá. Y eso es amargo.
Como una máxima de los lugares comunes, la crisis ha sacado lo mejor y lo peor de nosotros. Y la oposición sólo piensa en cómo fracasa el proyecto de la llamada 4-T, saboteando lo que pueden, pero no en cómo abonan para resolver los problemas del país, que es en teoría, la razón de ser de los partidos. Nuestra oposición, los que gobernaron durante décadas y dejaron un país al borde del abismo, sólo viven de las encuestas, su principal motor: se duermen y se levantan pensando en el posicionamiento del presidente. De ese tamaño es su inteligencia. Critican por ejemplo, las medidas económicas de AMLO, pero no se les ocurre nada más allá que repetir las fórmulas del pasado, esas que nos dejaron una deuda gigantesca ($11 billones de pesos, más del doble en 15 años), que ha multiplicado la pobreza y en 10 años ha llevado a esta condición a tres millones de personas más.
Se han dedicado a crear noticias falsas y distorsionar la realidad, sin importar el efecto nocivo que eso puede tener para el país (el manejo perverso de la nota sobre el aumento a las tarifas de luz, la compra de personalidades de la farándula para confundir y decenas de comentarios, twitts, videos editados, declaraciones sacadas de contexto y más). Si a eso le sumamos las mentiras y excesos del presidente (decir que la línea 3 del tren ligero de Guadalajara ya estáterminada, por ejemplo), la confusión es mayor y el encono entre los ciudadanos comunes se agudiza.
Agrego otro ejemplo: la prensa “crítica” se desvive por hacer evidente una declaración absurda por las movilizaciones del 8 de marzo, en la que llama a no pintar los muros y esculturas públicas, pero poco se dice que a diferencia del pasado, no apostó por reprimir y soltar la policía contra las manifestantes.
Por eso, pienso que en lo esencial y sin dejarse llevar por la inmediatez de sus desplantes, López Obrador ha seguido la ruta por la que millones de mexicanos lo apoyamos. Peroentonces ¿cuáles son los errores del presidente? Pienso que en todo caso, son discutibles algunas decisiones que parecen ir en contra de lo que apostamos en tantos años de lucha:
1.- La militarización del país con la creación de la Guardia Nacional y las atribuciones policíacas que pretende, a lo que nos habíamos opuesto desde el gobierno de Calderón.
2.- Las ocurrencias mañaneras que contradicen a lossecretarios y hacen evidente la improvisación en su gobierno.
3.- La contradicción entre el discurso de la honestidad y algunas prácticas que muestran opacidad, como las adjudicaciones directas.
4.- El ninguneo al Poder Legislativo, que por momentos parece más una oficialía de partes; aunque el líder de la Cámara tenga razón al señalar que como parte del movimiento, no sólo es natural, sino inevitable, que impulsen la misma agenda.
5.- Que su proyecto de gobierno le siga apostando al petróleo, como si estuviéramos en el siglo pasado; unproducto que daña al planeta. En lugar de pensar en una reforma energética que priorice las energías limpias y renovables, además de que contribuyen a diversificar la economía nacional.
A esto debemos añadir que con el triunfo de AMLO,también llegaron muchos oportunistas; miles de ellos ahora en el gobierno, que siguen reproduciendo en el espacio local y cotidiano las prácticas de corrupción, prepotencia y negligencia del pasado. Encabezando la lista de todos ellos, Manuel Bartlett, el tristemente célebre autor de la caída del sistema en 1988.
Esto sin duda, detiene la transformación a la que le hemos apostado durante décadas (al menos desde el movimiento estudiantil de 1968) y le ha dado armas a la oposición. Desde que tengo memoria, la derecha no descansa en su intento por demostrar que Obrador es un peligro para México. Aunque a la oposición le ha salido mal desde la campaña de 2018,porque siempre van detrás de la agenda que les impone AMLO, demostrando que no tienen la capacidad para impulsar temas propios en la discusión pública; y en el mejor de los casos, se cuelgan de los temas impulsadas por otros grupos sociales, como los grupos feministas.
Pero hay otras noches en las que me invade la ilusión de que pueden venir mejores tiempos y que esos embates, son parte del camino que debemos recorrer. Es entonces que me convenzo que no debemos caer en el juego absurdo de lapolarización, pensando que el debate se trata de defender o atacar al presidente. Justo en el juego de la oposición, alimentada con todos los recursos de los poderosos afectados por el triunfo de Andrés Manuel.
Por eso, una de las tareas debe ser la de evaluar al gobierno desde una posición crítica; pero no apostando a su fracaso, sino precisamente a lo contrario: que se haga realidad la transformación de México. Pensando que la transformación es consecuencia de un movimiento que ha crecido en los últimos 50 años y no se reduce a las declaraciones de un presidente. A pesar de los errores auténticos (no los alimentados por la rabia mediática de la derecha), es indudable que el proyecto de López Obrador sigue siendo una mejor opción para la mayoría de los mexicanos, ante cualquiera de los que han representado los gobiernos del PRIAN.
1.- El proceso que está en marcha, debe partir de la premisa que plantea con toda lucidez el cineasta Ken Loach, en el contexto de la pandemia provocada por el Covid-19: "Seguimos viviendo el conflicto entre explotados y quienes se llevan el dinero. Y vivimos el triunfo de la propaganda, financiada por los partidos de derecha y ultraderecha...". Y en ese conflicto, sin duda AMLO y el movimiento que representa, cobran más vigencia que nunca.
2.- No tenemos que estar de acuerdo en todo, sólo en lo esencial: un proyecto que tenga como prioridad la redistribución de la riqueza, que abandone la manía de seguir dando dinero a los que más tienen. Un modelo que no tenga como premisa endeudar al país a costa de todos, para que los empresarios no pierdan, como ocurrió con el FOBAPROA. Sigo convencido que cualquier fórmula es mejor a aquella que sólo produjo millones de pobres y una insultante concentración de la riqueza en poquísimas manos.
3.- Entender que vivimos en un mundo globalizado, en el que cada movimiento de las grandes potencias tiene un efecto mayúsculo en nuestro país. Ahí está el ejemplo del petróleo, donde la discusión es mucho más compleja que el absurdo debate de que si AMLO es responsable de reducir el precio de la gasolina o sus mañaneras provocan la devaluación del peso. Vivimos un mundo y un tiempo, que por momentos el presidente y sus enemigos no parecen entender, en ese absurdo juego de no ver más allá de sus aspiraciones sexenales.
4.- Dejar los dogmas a un lado y nunca abandonar la posición crítica. Si el presidente se sigue equivocando al grado de no impulsar una transformación auténtica, tarde o temprano el movimiento -el mismo que lo impulsó para ganar la elección- lo rebasará y lo hará a un lado. Porque el movimiento seguirá, como siguió en otros momentos de la historia, haciendo a un lado a caudillos, líderes, precursores u opositores. Diría Salvador Allende: “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. No debemos olvidar que la cuarta transformación es mucho más grande que un presidente y va mucho más allá de un sexenio.
El cambio no será de la noche a la mañana y siempre habrá contratiempos, contradicciones y resistencias. Como lo dijo Tatiana Clouthier, el desastre que dejaron es más grande de lo que pudiéramos imaginar; y eso hará más lenta la transformación del país. Por eso, no se trata sólo de apoyar al presidente. Se trata de seguir apostándole a los mismos ideales y a las mismas causas que hemos defendido toda la vida; se trata de seguir en la misma lucha por lograr un México con justicia e igualdad, el respeto a las libertades, la solidaridad, con lo que habremos de construir un país distinto y mejor. Ese es el proyecto en el que coincidimos, por el que votamos, y en el balance, el presidente sigue en esa ruta.
Pienso, ahora que hay tiempo, que aquí vamos a seguir, incansables, como aquellos a los que el poeta se refería como los que luchan toda la vida. Que la lucha sigue y que seguiré encontrando a mis camaradas, en esta o en otras trincheras, en otras batallas, para enfrentar a los que han manchado nuestro país de sangre, mentiras y abandono. Estoy convencido que los seguiré encontrando, ganando las calles y llenando las plazas, compartiendo las mismas causas y los mismos sueños que tuvimos desde los 20 años.