El Presidente Andrés Manuel López Obrador y la 4T, como María Amparo Casar, José Antonio Crespo, Leonardo Curzio, Sergio Aguayo y Ezra Shabot, no recibirían de Canal Once contratos con cifras económicas similares a las del grupo de conductores que muestran abiertamente sus simpatías por el gobierno de AMLO.

Sin embargo, eso no significa que a los personajes anteriormente citados, se les pague algún tipo de “chayote” por coincidir con las políticas emprendidas por la Cuarta Transformación, como insinúa el reportaje publicado recientemente en la revista Emeequis. 

Es cierto, con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la Presidencia de la República se incorporaron nuevas voces de izquierda a la parrilla televisiva del Canal Once, como es el caso de John Ackerman, Gibrán Ramírez Reyes o Estefania Veloz. 

Al igual que el periodista Esteban David Rodríguez, de Emeequis, cualquier ciudadano puede usar el portal de compranet y acceder a los contratos de los opinadores críticos de AMLO que laboran en el Canal Once, y así, darse cuenta que se les otorgan sueldos similares que a los analistas de izquierda.

Es decir, en la televisión pública en tiempo de AMLO existe una auténtica pluralidad y se ejerce la libertad de expresión.

Por ejemplo, la opinadora María Amparo Casar Pérez, quien actualmente se desempeña como Presidenta Ejecutiva de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (la organización creada por el empresario antiAMLO Claudio X. González) ha obtenido desde el 2014 contratos superiores a los 600 mil pesos.

En 2015, la intelectual cercana al PRIANRD recibió un contrato por 822 mil pesos. Al año siguiente, en 2016, recibió 4 contratos por 1 millón, 488 mil. Luego en 2017, el gobierno de Enrique Peña Nieto le dio 2 contratos por 1 millón 531 mil pesos. En 2018, obtuvo un contrato por 722 mil pesos.

Con López Obrador en la Presidencia, Casar Pérez ha aparecido menos en los programas de Primer Plano, sin embargo no ha dejado de cobrar bien por cada una de sus apariciones. En 2019, recibió 3 contratos por 599 mil pesos y en 2020 le dieron 2 contratos por 327 mil pesos.

Otro caso destacado es el del opinador José Antonio Crespo Mendoza, quien de cobrar contratos en 2013 por 389 mil pesos, pasó a obtener contratos en 2014 por 695 mil pesos, mientras que en 2015 recibió 2 contratos por 887 mil pesos. Luego, en 2016, obtuvo 6 contratos por 1 millón 680 mil pesos, mientras que en 2017 le dieron 2 contratos por 1 millón 531 mil pesos.

A la llegada de la 4T, en 2019, Crespo Mendoza recibió 4 contratos por 1 millón, 322 mil pesos y en 2020 tuvo 4 contratos por 905 mil pesos.

Por su parte, Leonardo Antonio Curzio Gutiérrez, uno de los integrantes de Primer Plano, ha obtenido contratos desde 2011. Ese año, le dieron 3 contratos por 49 mil pesos. Al año siguiente, en 2012, obtuvo 3 contratos por 350 mil pesos. En 2013, 2 contratos por 428 mil pesos; en 2014, un por 695 mil pesos; en 2015, uno de 822 mil pesos; en 2016, 4 contratos por 1 millón, 676 mil pesos y en 2017-2018, 2 por 1 millón 531 mil pesos.

Tras la llegada de AMLO a la Presidencia y el cambio de administración en el Canal Once, Curzio Gutiérrez recibió en 2019 4 contratos por 1 millón 322 mil pesos y en 2020 2 por 327 mil pesos.

Uno de los opinadores antiAMLO más importantes del programa Primer Plano, Sergio Aguayo Quezada, pasó de cobrar contratos por 8 mil 550 pesos en 2009 a devengar 822 mil pesos en 2015.

Aguayo Quezada recibió en 2011, 3 contratos por 49 mil pesos, 3 contratos en 2012 por 324 mil pesos, 2 contratos en 2013 por 441 mil pesos, 1 contrato en 2014 por 695 mil pesos, 1 contrato en 2015 por 822 mil pesos y 5 contratos en 2016 por 1 millón 743 mil pesos.

Luego de la llegada de la 4T, en 2019 Sergio Aguayo recibió contratos por 1 millón 322 mil pesos y en 2020 obtuvo contratos por 327 mil pesos.

Por su parte el conductor del programa Dinero y poder, Ezra Shabot (quien es muy crítico de AMLO), recibió durante 2020, contratos por 905 mil pesos. 

Así pues, el reportaje de Emeequis, titulado rimbombantemente como “salarios de a millón”, y que insinúa un supuesto “chayote” a los analistas de izquierda, queda sin mostrar la otra cara de la moneda.