Al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, no le fue nada bien en la ceremonia de entrega de programas sociales en Puerto Vallarta. Y es que la gente lo abucheó y le gritó “corrupto” y “mentiroso”.
El mandatario estatal, que ganó bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, ante el griterío en su contra, mencionó: “Como usted puede ver, todavía puede haber quienes piensen que las campañas no han terminado”.
Parecía que la gente se calmaba, pero de nuevo comenzaron a abuchearlo y a gritarle “fuera, fuera, fuera”. Tan notorio fue ello que el mandatario estatal detuvo parte de su discurso y dijo, “si no quieren oír”…
Después del silencio, Alfaro comenzó a hablar más de prisa, y concluyó sus palabras de forma apresurada.
Pero, ¿por qué le pasa esto al gobernador jalisciense? ¿A caso no era muy querido en su tierra? ¿Qué pasó?
Pues pasó lo que tenía que pasar, desde que es gobernador, Enrique Alfaro mostró a los jaliscienses su verdadera cara, no la de candidato opositor al PRI, que tan bien vendió, con la que solo le bastaba criticar, amagar, difamar y listo, no tenía más qué hacer. Ahora, como gobernador, con responsabilidades reales a cuestas, ha mostrado que no puede, además de que ha dejado claro su naturaleza fifí y autoritaria.
Enrique Alfaro es muestra viviente de que el crisol del pueblo sí es un dique de contención contra los charlatanes como él.