Napoleón Gómez Casso, “Polo” para sus amigos,
ha exhibido tener también 7 motocicletas (entre ellas una Ducati y otra BMW), 2
cuatrimotos y 6 bicicletas de alta gama.
Hay registro de su participación en foros de
aficionados y coleccionistas de automóviles, en los que relata cómo va
vendiendo y comprando vehículos, comenta sus experiencias al volante, y se
queja de los estrictos límites de velocidad en Canadá, donde vivió con su padre
después de que hace más de una década el hoy senador Gómez Urrutia huyó de
México, acusado por trabajadores mineros de robarse 55 millones de dólares
del sindicato que encabezaba, asunto del que fue exonerado años más tarde.
Es tal la riqueza que exhibe en redes sociales, que
un usuario le preguntó irónicamente al hijo del senador si era contrabandista
de droga o traficante de personas.
El hijo de Napoleón Gómez Urrutia se presenta como
empresario, inversionista, y tan pronto su padre entró al Senado en la elección
de julio de 2018, creó dos empresas dedicadas justo a las actividades
que regulan las dos comisiones del Senado que su papá integra: Minería y
Energía.
Napoleón
Gómez Urrutia no es un senador más. Después de años de autoexilio en Canadá,
fue el presidente López Obrador quien lo rescató, lo llamó perseguido
político y lo hizo senador. "Napito", como se le conoce porque
heredó el sindicato minero de su padre Napoléon Gómez Sada, es
considerado como la punta de lanza del lopezobradorismo para controlar la vida
sindical del país. Una especie de Fidel Velázquez, no del PRI sino de Morena:
ya fundó la central obrera Confederación Internacional de Trabajadores (CIT)
que busca ocupar el lugar de la vieja Confederación de Trabajadores de México
(CTM) en tiempos del PRI, y es presentado como el gran representante del
“nuevo sindicalismo de la Cuarta Transformación”.
Con
la herencia paternal de un sindicato y la dinámica empresarial de su hijo, el
senador Napito completa el tridente: poder sindical, poder político, poder
económico.
Con
información de El Universal.