
Redacción
La que durante décadas fue
considerada la mujer más poderosa y una de las personas más influyentes de la
política mexicana; que fue encarcelada tras enfrentarse al expresidente Enrique
Peña Nieto y, más de cinco años después, absuelta de todos los delitos, pero no
tanto de las dudas y la controversia que aún permean en ella, vuelve a la
primera línea política.
Elba Esther Gordillo (Chiapas, 75
años) tuvo un poder casi omnímodo mientras dirigió durante más de 20 años el
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de México (SNTE), el mayor
de América Latina, al que llegó de la mano de Carlos Salinas de Gortari, del
PRI, partido del que fue secretaria general, diputada y senadora y en el que
militó hasta su expulsión en 2006. Bajo los gobiernos panistas de Vicente Fox y
Felipe Calderón alcanzó la cúspide de su carrera y de su poder. Hasta que llegó
a la presidencia Enrique Peña Nieto.
La Maestra, el apodo por el que
se la conoce en México, después de apoyarlo en su campaña, se opuso a una de
las medidas estrellas del exmandatario: la reforma educativa, que desactivaba
parte del ecosistema del poderoso sindicato, con más de 1,6 millones de
afiliados, que Gordillo dirigía con mano de hierro. En 2013 fue detenida
acusada de desvío de fondos, fraude fiscal, delincuencia organizada y lavado de
dinero. Su arresto fue uno de los primeros golpes de efecto del recién
inaugurado Gobierno, que prometía un combate a la corrupción. Su puesta en
libertad más de cinco años después, absuelta de todos los cargos después de que
la fiscalía no pudiese probar los delitos, simbolizó también el fracaso de lo
que un día se llamó nuevo PRI.
Desde que recobró la libertad en
agosto de 2018, las apariciones públicas de Gordillo han sido escasas,
inversamente proporcionales a los sigilosos movimientos que se le atribuyen
este año y medio. Pocos dudan que La Maestra no vaya a querer intervenir
-cuando no ser partícipe- en la Cuarta Transformación que ha prometido el
presidente, Andrés Manuel López Obrador. Sobre el futuro del SNTE, asegura que
hay que “tomar la voz” del presidente y procurar unas elecciones limpias.
“Queremos una democracia participativa, plural, para la elección de las dirigencias
y para la toma de decisiones. No queremos ser meras correas de transmisión”,
dice, siempre en primera persona del plural, por si hubiese dudas de su
implicación.
Lee la entrevista completa a Elba
Esther Gordillo en El
País.