Un sismo de magnitud 7,4 en la Península de Alaska activó el lunes una alerta de tsunami para varias comunidades de la región.
El Centro Nacional de Alerta de Tsunamis activó el aviso después de que se registrara un temblor cerca de Sand Point, Alaska. El Centro Sismológico de Alaska dijo que el movimiento fue percibido por varias comunidades de la costa sur, incluyendo Sand Point, Chignik, Unalaska y la Península Kenai.
El centro también reportó una réplica de magnitud 5,2 apenas 11 minutos después, cuyo epicentro fue prácticamente en la misma zona.
La oficina nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) puso en alerta de tsunami a toda la costa sur del estado así como la península de Alaska, pero Anchorage, la ciudad más grande del estado, ubicada a casi 1.000 km del epicentro, no está afectada.
¿Cómo actuar si llegara el tsunami?
«Todos los riesgos naturales se repiten en el tiempo» porque «obedecen a unas circunstancias que tiene ese terreno y sigue estando ahí». La advertencia, del director general de Investigación de la Universidad de Cádiz (UCA) y presidente del Instituto Español para la Reducción de los Desastres (IERD), es utilizada por la asociación de vecinos de Segunda Aguada para introducir su propuesta para el plan de contingencia frente a tsunamis que han entregado al Ayuntamiento de Cádiz.
La iniciativa vecinal ha elaborado un documento en el que se reflexiona sobre las tareas de preparación, los sistemas de alerta y las medidas a tomar para minimizar el impacto el día que ocurra esta tragedia. Porque, como resaltan los investigadores, las personas que viven cerca de estas zonas costeras deben asumirlo como un «riesgo inherente al lugar en el que viven».
El plan comienza recordando los principales peligros: daños por impacto directo, inundación y erosión por las olas cuando regresan al mar. La fuerza del maremoto podría derribar edificaciones y arrastrar objetos muy pesados como escombros y automóviles. Además, resalta el documento, el descenso del nivel del mar previo a la primera ola genería una falsa seguridad en la población ocasionando que muchas personas se acerquen a la costa.
El documento también repasa los efectos secundarios o indirectos: incendios –por cilindros de gas en mal estado y por la proximidad de la gasolinera en el caso de esta barriada–, epidemia –paludismo por estancamiento de agua y enfermedades gastrointestinales por el consumo de agua contaminada–, pánico o derrame de hidrocarburos –si resultaran afectados los sistemas de conducción y almacenamiento del sistema de la citada gasolinera–.
Medidas básicas
Ante estos riesgos, la entidad vecinal ya ha elaborado un listado de medidas básicas a divulgar entre los gaditanos para que tengan un conocimiento mínimo sobre qué hacer en caso de que se repita esta tragedia 300 años después.
Los vecinos deben protegerse del sismo ubicándose en un área de seguridad, ya sea dentro o fuera de la vivienda, en lugares que «deben ser definidos previamente y estar en conocimiento de la familia». Además, es esencial protegerse de los objetos que puedan caer, por lo que «es preferible ponerse sentado en el piso si es que está en una zona segura». También deben alejarse de ventanas –los vidrios al quebrarse pueden ser peligrosos– y de tanques de agua elevados, balcones, cornisas, postes y cables eléctricos en áreas cubiertas.
La asociación recuerda que durante un terremoto o tsunami es muy importante mantener la calma y evitar correr: «El pánico puede poner en peligro muchas vidas». En ningún caso se debe evacuar «por vía terrestre hacia otras ciudades próximas» ante el riesgo de ser arrastrados.
Los vecinos deben buscar «la evacuación en altura o vertical», es decir, subir «hacia las plantas superiores del edificio, «teniendo en cuenta que una primera planta ya es un lugar seguro». Una de las claves es situarse por encima del nivel del mar, nunca por debajo de los 10 metros de altura si se está en el Paseo Marítimo, en un acantilado o promontorio, y no por debajo de los 5 metros en zonas urbanas inferores de núcleos de población situados junto a la costa.
A partir de ahí, paciencia: esperar a que cese el terremoto o a que el mar recupere su régimen de mareas habirtual, en el caso de maremoto. «Este proceso puede tardar en el peor de los casos entre cuatro o cinco horas», matiza el documento.
Después del tsunami
A partir de ese momento es importante evitar salir de manera desordenada, sobre todo en lugares de mucha concurrencia, y hacerlo alejados siempre de las fachadas ante la posibilidad de desprendimiento de cascotes. En cualquier caso, no se debe abandonar la ciudad hasta que se hayan asegurado las vías de evacuación y se garantice que el fenómeno no va a repetirse.
De hecho, «sólo se debe abandonar la vivienda cuando ocuparla suponga un peligro o lo recomienden las autoridades y siempre que la zona esté asegurada por la policía», según esta asociación, que advierte a sus vecinos: «Los actos de pillaje son habituales en los momentos y días posteriores a los sucesos catastróficos».
El escenario más catastrófico
En el peor escenario posible, contemplado en estas recomendaciones, «es muy probable que los suministros de luz y agua queden cortados durante días o semanas». Por ello, recuerda el documento, es importante «contar con reservas individuales o colectivas de agua y sistemas alternativos de alumbrado (lintenas, cerillas, velas, lámparas de gas...) para garantizar una mínima supervivencia entre el momento de producirse la emergencia y la recuperación de estos servicios o la evacuación a otros lugares». También se propone «disponer de alimentos envasados que no requieran refrigeración para situaciones de contingencia de varios días».
En ese catastrófico escenario, incluso se contempla la caída o limitación de canales de comunicación, entre ellos la telefonía móvil. «Es esencial no colapsar de llamadas o intentos de conexión los pocos canales disponibles. Lo más útil es disponer de una radio con baterías para recibir la información e instrucciones de las autoridades.
La entidad considera «fundamental» la elaboración de una estrategia más detallada que permita realizar actividades preparatorias y organizativas para los gaditanos. El Consistorio ya valora esta propuesta, a partir de la cual los vecinos de este barrio pretenden organizar trabajos de coordinación con las comunidades con acompañamiento técnico. La pandemia y el riesgo de contagios, sin embargo, ha pospuesto esta posibilidad, prevista para finales de año. El barrio de Segunda Aguada se ha ofrecido como barrio para un simulacro que ponga los cimientos de una labor de aprendizaje junto a Protección Civil aplicable en el resto de la ciudad.
La entidad vecinal propone la coordinación comunitaria como la base para instalar sistemas de alerta temprana. Es decir, trabajar conjuntamente entre las asociaciones de vecinos y comunidades de propietarios en los preparativos necesarios. Si bien las autoridades locales serían las responsables de tomar una acción de difusión del problema –alarmas sonoras, bomberos, medios de comunicación, Policía y Fuerzas Armadas...–, los vecinos deben estar preparados en ese momento, conociendo la naturaleza del fenómeno, zonas seguras, rutas de evaluación, etc.
Con información de Debate y La voz de cádiz.