Este fin de semana nos enteramos que el CONACYT dejó de ayudar a la Sociedad Mexicana de Matemáticas desde hace varios meses, situación por la que un grupo de niñas y niños con capacidades sobresalientes en la disciplina se vieron en aprietos para realizar un viaje internacional y participar en las olimpiadas mundiales de matemáticas. Ante tal situación, personajes y empresas como Guillermo del Toro, Tatiana Clouthier o Cervecetia Modelo entraron al quite y se ofrecieron para pagar el viaje.
Pero...Mientras esto sucede a “raz de piso”, en el CONACyT sucede algo muy diferente. La austeridad republicana de la Cuarta Transformación no se cumple en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), en donde sus funcionarios prefieren servirse con cuchara grande salmón, crema de aguacate, arroz silvestre, vinagre de manzana orgánico como aderezo y pay de frutos rojos, entre otros platillos gourmet que se sirven diariamente en la oficina central de este organismo, desde el 22 de abril de este año.
A pesar de las medidas de austeridad que tanto ha promovido el presidente Andrés Manuel López Obrador, el Conacyt pagó 15 millones 78 mil 457 pesos por un generoso servicio de comedor institucional que cuenta con chef privado, saloneros y hasta un nutriólogo que supervisa y diseña los menús para que los comensales no corran el riesgo de perder la figura. Mientras esto ocurre en el edificio de Insurgentes Sur, algunos Centros Públicos de Investigación batallan por conseguir recursos para liquidar servicios elementales como la luz.
De acuerdo con el expediente de contrato 1890904 de la plataforma del gobierno CompraNet, el Conacyt, a cargo de la doctora María Elena Álvarez-Buylla, contrató a la empresa Pigudi Gastronómico S.A de C.V para que, del 22 abril al 31 diciembre de 2019, cocine desayunos y comidas, en su mayoría orgánicos y bajo en grasas, para un mínimo de 120 trabajadores de lunes a viernes. La licitación fue pública nacional pero sólo Pigudi completó el proceso. No es la primera vez que esta empresa es contratada por el Gobierno, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto fue el proveedor consentido, remunerado por 25 millones de pesos.
Un restaurante fifí.
El comedor abre sus puertas a las 7:30 horas para proporcionar desayunos que incluyen café, té o café con leche que debe ser estrictamente “de almendras o de vaca orgánica”; jugo verde y jugo de frutas 100% natural ya sea de naranja, mandarina, toronja o papaya; y como plato fuerte se puede elegir entre huevos al gusto, chilaquiles, tlacoyos, nopal asado con queso y quesadillas con hongos.
“Por ningún motivo se permitirá (al proveedor) que los alimentos procesados sobrantes se sirvan en otra comida o se utilicen como insumos para elaborar otros platillos o bebidas. La programación mensual de menús no deberá de ser repetitiva por lo menos en ciclos bimestrales”, especifican en la convocatoria.
En Conacyt saben bien que los ingredientes son la clave para lograr un buen sazón, por ello exigió en la Lista de Requerimientos para los Insumos: cárnicos de primera calidad; cerdo (sólo una vez por mes y orgánico); pescado como salmón, huachinango, robalo; pollo orgánico; arroz silvestre o integral; cereales enteros orgánicos; mostaza de dijon natural; extracto de vainilla natural; café de grano orgánico de productores campesinos; tortillas de maíz nixtamalizado criollo y tlacoyos de productores campesinos sin transgénicos y sin glifosato.
La comida se sirve a partir de las 13 horas y, como es tradición, incluye tres tiempos, además de “agua fresca con jengibre o chía, barra de verduras y frutas, aderezos, salsa (hay dos opciones), chile piquín y rajas”, establecen en la página 53 del documento. Y por si algún comensal aún le sobra un espacio en el estomágo, puede disfrutar de “un postre elaborado con fruta natural” pero sin azúcar, entre las sugerencias: “flan napolitano, crepas, fresas con crema, nieve, arroz con leche de almendras, pay de frutos rojos, pastel de elote y de zanahoria”. Aunque predominan los platillos “orgánicos”, también hay espacio para el pozole, el lomo de cerdo, pollo tipo Kentucky, tacos de barbacoa, cochinita pibil y hasta romeritos.
Si algún comensal no ingiere carne, no hay problema, el nuevo Conacyt es inclusivo y plural, por ello se pidió que “debe considerarse la disponibilidad de un menú vegetariano diario para 30 comensales. Presentar en su propuesta técnica 10 ensaladas diferentes para considerarlas como alternativas de intercambio, respetando el total de tres ensaladas por día; siempre contar con aceite de oliva y vinagre de manzana como opción de aderezo. Todos los días debe haber opciones sin lácteos y pan de centeno o tortillas para los que no pueden comer gluten”, especificaron como Notas Importantes de la convocatoria.
Otros de los inflexibles requerimientos que pide Conacyt es la prohibición de alimentos enlatados y el uso de puré de tomate. “No se autoriza en ningún caso el empleo de huevo en polvo. Evitar por completo el uso de cualquier alimento con jarabe de alta fructosa de maíz o de glutamato monosódico. El sabor debe adquiriese con el buen sazón usando ajo, cebolla y otros condimentos naturales”, señalan.